domingo, 6 de septiembre de 2009

A los dieciséis.

El mundo gira, las aves cantan, el viento sigue su rumbo jugueteando por las calles dejándose escuchar en forma de susurro y el sol estaba esplendido, todo indicaba un día perfecto y hermoso , pero para mi no lo es.
Llevo caminando más de 2 horas sin rumbo fijo con la mirada perdida y un pensamiento que no para de darme vueltas en la cabeza. Estoy tratando de armarme de valor, quiero hacerme la idea de que este asunto de alguna manera debería traerme felicidad, pero no puedo. Sé que debo ser fuerte, pero cada vez que me imagino sola sin nadie que me ayude, mis ojos se ponen cristalinos y no paro de llorar. Hubo un momento en el que creí que había encontrado la solución. Fui al lugar indicado, me senté en un sillón, en una pequeña sala donde se podían escuchar los llantos de una chica que estaba adentro de donde se suponía que estaba la gran respuesta a mi problema, empecé a imaginar que estaba en el lugar de la chica, mis lágrimas empezaron a caer con el solo hecho de imaginar que te sacarían de adentro de mi, de que no te vería crecer ni jugar.Salí corriendo de ese asqueroso lugar, no podía parar de llorar ni parar de pegarme por haber pensado en haberte hecho daño.Ahora estoy donde estoy, tratando de armarme de valor, para contarle a tu padre sobre ti y para contarle a tus abuelos que su hija de dieciséis años está embarazada.